Hay gato que cojudo que eres, como lo va morder el perro, tú crees que un perro que ha recibido un golpe con un fierro en la cabeza va a morder a alguien, menos, cuando intenta sobarse la cabeza con la lengua, así debe ser difícil siquiera intentar morder a alguien – porque eres tan idiota – en fin ahora que veo mejor las cosas yo pienso que si nos pueden creer que no llegamos a tiempo por que el carro no pasaba a tiempo, le metemos un cuento que se malogro y que en ese momento subió algún pastor a leernos la palabra de Dios y por eso llegamos tarde, porque nosotros somos bien creyentes, puede ser no crees.
El gato seguía riéndose con lo del perro intentaba imaginarse a mi pobre perrito lamiéndose la cabeza con la lengua – yo en cambio lo imaginaba con los ojos desorbitados ladrando loco, mientas mi hijo Alejandro corría asustado luego darle tremendo fierrazo en la cabeza del pobre perrito.
Oye Aníbal el sábado, hay un campeonato de vóley por mi casa, juegan las chicas con los roscaflojones, va a jugar la “polocha” - A mi no me gusta la mariconada y menos ver jugar a ese cabron, polocha, polocha, pareces templado de ese cabro.- Yo – dijo Víctor, no, yo soy bien macho del colegio militar y demás cosas. A mi me gusta apostar a los cabros porque es dinero seguro con esa plata después me voy al bolondrongo, a putear como macho que soy. – Te creo entonces - respondí.
Era domingo en la cuadra diez de la Benito Juares habían improvisado una net de vóley para el campeonato, se definía la final los cabros con las preciosas, una final más, seguro ganan los cabros decía Víctor, les apuesto a ellos, voy diez soles a los gays.
Víctor contemplaba las piernas de la polocha, las miraba fijamente no podía ocultar su mirada por más que usaba esos lentes negros de diez soles comprados en un viaje a Lima donde también compro un celular chino con tele, para no perderse un capítulo de su novela: “la mentira”, - era una mentira su vida, hubiera querido estar ahí en el equipo de los gays ser la libero - por su tamaño, devolver cada mate, levantar la pelota para que la polocha mate con jerarquía ahí si mataba como hombre y luego abrazarla y en cada abrazo tocar sus partes… polocha linda parecía decirse dentro de sí que me importa tu nariz torcida y esos dientes que te salen, me interesas tú, esas piernas de actriz porno que tienes, me gusta tu pelo, seguro no la lavas con shampoo ego, como yo, y eso que ya soy sensible… en fin polocha por que me gustas tanto. – Víctor pásame la pelota, Víctor, Viccctttooor , no te hagas oye, déjate mirarme las piernas con tus lentes que todos se dan cuenta. – Oye cabro de mierda yo acaso te estoy mirando a tí, estaba pensando en si me chifo a la 36 o la 27 del bolo, tú crees que a mí me gustan los cabros y encima feos como tú. La polocha se fue, no le busco la bronca se dio media vuelta pero ya no fue la misma, Víctor había destrozado su corazón finalmente perdieron los cabros, las preciosas por fin ganaron. Víctor asado rabioso pidió dos chelas heladas a su vecina, también un par de cigarros y en cada pitada expulsaba un humo que era como culpa, perdóname polocha, perdóname, te amo en silencio pero no puedo gritarlo, unos buenos tragos de cerveza helada ahogarían su culpa, mientras una pequeña lagrima se escapa de él, quizás un recuerdo efímero de la polocha
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